El camarero parlanchín

El camarero parlanchín

miércoles, 16 de julio de 2014

Intimissimi.

Hay cosas que no pueden ser, y además.....son imposibles.
Existen infinidad de negocios de hostelería, y todos tiene cabida a pesar de sus diferencias. Lo que intento explicar es que no hay un único canon para que un negocio funcione. Algunos lo hacen por sus precios, otros por su calidad (a costa de ser más caros que los anteriores), existen casos dónde alguno funciona porque no hay competencia. O por las innovaciones.  Pero hay clientela para todos los gustos y para todos.
Un inciso. No es más caro el que más cobra, si no el que tiene la relación calidad-precio más alta.
Seguimos. Es entendible que exista un bar con el café a 80 céntimos, y cerca otro a 1,30 euros.
Es normal ver en la misma calle un menú de 8 euros y otro de 15. En el primero verás mucho obrero, y  jubilados, y en el segundo más corbatas que otra cosa.
Pero de lo que escribo hoy es de situaciones que no tienen mucho sentido. No es normal (y no procede) pedir un agua, que te la pongan de plástico (cada uno decide qué vende) y una copa de esas "de balón" que se ponen en las coctelerías por la noche. No....no pega.
No es normal que entres a comer a un sitio, con un menú de 19 euros y el mantel sea de papel.
¿Se puede tener un menú de 19 euros? Si, claro que si. ¿Se pueden dar comidas con un mantel de papel? Si, por supuesto, pero ambas cosas juntas......¡no!
¿Tienes agua de plástico para abaratar costes y tener precios competitivos? Perfecto, pero no pongas una copa como si fuera un irlandés.
Casos de esos se encuentran a menudo, y suelen ofender a la vista. ¿Es ilegal? No coño, claro que no, pero....uffff.
La Duquesa de Alba por la calle. ¿Os la imagináis? De compras, con una bolsa de Intimissimi. Pues.....no.....no lo veo.
Hay camareros que desmerecen el sitio en el que trabajan. Y a veces ocurre lo contrario.
Hace poco estuve en una sidrería donde (cómo en todas) el café es un actor secundario. O un extra. Se tiene (café) porque toca, pero no se le trata bien. Pues había un camarero que hacía unos cafés espectaculares. Una dedicación exclusiva. Un barista (se llaman así) digno de la mejor cafetería. Probablemente nadie se lo agradecería, pero lo vivía. Cada café era un arte. En este caso, estaba fuera de lugar por lo contrario. Quizás la expresión no sea esa. Quizás haya que decir que llamaba la atención por lo desproporcionado de su dedicación.
Insisto, todo negocio puede tener éxito basándose en según qué criterio, pero no todo tiene un pase.
Marzo de este año. Hamburguesa, patatas bravas, tosta de jamón (creo que ibérico), tres cervecinas, un brownie de chocolate y dos cafés....18 euros. No, no es normal. ¿Me gustó? Si, claro, pero no es normal. ¿Consecuencia? Está cerrado. Duró....cinco meses. Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.
Esas cosas también hacen recelar al cliente. Una cosa es ser barato y otra ser barato dando una calidad superior.
-Hola buenas, queríamos comer.
-Siéntense. Les comento. De menú tenemos paella de marisco o fabada, y de segundo solomillo de ternera o ventrisca de bonito. Postre, bebida y café 7,50 euros. Y al chupito están invitados.
Noooo, algo falla. O la ventrisca y el solomillo son de cuando había equipos asturianos en primera.....o nos van a cobrar el pan a 20 euros ración.

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